Curiosamente, el Imperio Romano perseguía a los cristianos entre otras acusaciones, por ateos, ya que no adoraban al emperador que era considerado un dios viviente (..."divino emperador").
La creencia en un único Dios y el rechazo de todo politeísmo por parte de los cristianos eran interpretados como ateísmo. Los romanos pensaban que esta falta de adoración a los otros dioses los enfadaba y era la causa de todas las calamidades públicas, como la peste, las inundaciones, la carestía, etc.
Otras acusaciones hacia los cristianos eran las de superstición y brujería, de incesto (ya que se llamaban entre sí hermanos y hermanas) o de ser antropófagos (comían a uno, el cuerpo de Cristo).
Comentarios
Publicar un comentario