Con motivo de la
Solemnidad del Corpus Christi en la
Iglesia diocesana se llevan a cabo diversas procesiones eucarísticas. Tienen
especial tradición la que organiza el Cabildo Catedralicio y la que organiza la
Hermandad de la Esperanza de Triana conocida como el Corpus Chico. Son
manifestaciones de la religiosidad popular.
Ambas se anuncian con
un cartel alusivo al evento. Querría
detenerme en el cartel de este año del llamado Corpus Chico de Triana. Según el
autor, la foto seleccionada fue elegida por la espiritualidad que transmite.
“Se
trata del momento en que el Vicario, como representante de
la Iglesia y del barrio de Triana, se arrodilla y reza con fervor a los pies de
la Custodia, a los pies del Santísimo”.
Es curioso lo que llama
la atención del fotógrafo. Es un gesto
que desprende una tensión que atrapa, que rompe el bullicio de los presentes y
sacraliza el entorno, que conecta con lo más íntimo de los presentes de un modo
inexplicable, aunque no se sea consciente. El pueblo fiel, o simplemente los
curiosos, lo perciben.
El cuerpo transmite lo
que pensamos y lo que sentimos. Los gestos son el vehículo de esa transmisión.
Lo que no se sabe expresar con palabras, se dice con el cuerpo, el gesto del
sacerdote, que no sólo está arrodillado, sino que su postura corporal
transmitió la veneración al Santísimo Sacramento. Y fue capaz de hacer que los
presentes, en la persona del fotógrafo que relata, se sintieran representados.
Sea éste un alegato a
favor de no solo mantenerlas formas y los gestos particularmente en la
liturgia, sino de llamar la atención acerca de la sensibilidad del pueblo
sencillo, que es capaz de percibir lo sagrado en las manifestaciones del
catolicismo popular y de sentir la conexión con el Señor por medio de ellas.
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Foto: Jesús Daza
Sánchez
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